Riesgo en las operaciones

Protección de infraestructuras críticas

Los transformadores son ampliamente considerados como elementos clave dentro de la infraestructura crítica que proporciona suministro de energía a estados, instalaciones industriales, puertos y plantas de producción en todas partes. Cualquier incidente podría traer consecuencias múltiples e invisibles que afectan diferentes aspectos como: la vida, el medio ambiente, la disponibilidad de productos o servicios, las finanzas y la reputación entre otros. Dentro de esta infraestructura crítica, los transformadores a menudo se colocan en áreas remotas, otras veces por encima o dentro de áreas concurridas y, a veces, cerca de fuentes de agua.

Las operaciones diarias necesitan confiabilidad, capacidad de entrega del servicio o producto y confiabilidad en términos de que no dañará el medio ambiente, el agua o la relación con las comunidades circundantes. Pero, debido a las lagunas en las regulaciones y la caída consecutiva de la calidad de los transformadores nuevos, debido a la globalización del mercado, hoy en día, las explosiones de transformadores son muy frecuentes y dañinas.

Los incendios de transformadores -incluso en estaciones sin personal, donde la pérdida de vidas humanas no es un riesgo- son inmensamente costosos. Un transformador incendiado puede arder durante días. El fuego puede dañar los equipos cercanos y propagarse a los transformadores y cajas de cable adyacentes, lo que provocaría importantes pérdidas de activos y la posible destrucción de la planta.

Una vez sofocado el incendio, hay que limpiar el aceite y los contaminantes del transformador para evitar riesgos medioambientales. Por ejemplo, el fallo de un transformador en una central hidroeléctrica puede ir asociado a graves daños en las fuentes de agua. Aunque la fabricación de transformadores que contienen PCB está prohibida desde hace muchos años, es posible que los transformadores y plantas más antiguos aún contengan PCB. Los incendios de lugares contaminados pueden tener graves consecuencias a largo plazo para la salud de los bomberos que intentan controlar las llamas, incluido el cáncer.

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